jueves, 27 de mayo de 2010

Foreman se prepara para el Bronx


Yuri Foreman pasará todas las horas de luz del día 5 de junio en un estado de

tranquila y relajante contemplación.
No habrá llamadas telefónicas realizadas o recibidas en su habitación de hotel en el midtown. La televisión estará desconectada, la computadora estará apagada. Las luces se apagarán. Si necesita ir a ningún lado, será a pie -- o, en caso de ser necesario, en la bicicleta híbrida de carretera Trek que utiliza para ir a trabajar todos los días.
De acuerdo con la ley talmúdica, así es como un judío ortodoxo pasa el sábado (Sabbat): "una isla de tranquilidad en la vorágine del trabajo, ansiedad, lucha y tribulación que caracteriza a nuestra vida cotidiana los otros seis días de la semana".
Luego, poco después de las 21:13 -- ni un segundo antes -- Foreman saldrá de su habitación de hotel, se subirá a un auto e irá detrás de un auto de la policía de Nueva York hasta el Yankee Stadium, donde intentará moler a palos a Miguel Cotto.
"Va a ser rápido, eso es seguro", dijo Foreman acerca del viaje en auto y del cambio, tanto en su día como en su conducta.
Eso se debe a que tras la puesta del sol el 5 de junio, Yuri Foreman - Judío Ortodoxo y estudiante para ser rabino -- se convierte de nuevo en el León de Sión, el invicto campeón de peso medio junior AMB del mundo. Y vencer a boxeadores como Cotto, quien una vez fue campeón de peso welter y welter junior formidable, es su trabajo nocturno, por así decirlo.
"No somos sólo seres físicos, no sólo animales", dijo Foreman el martes tras un entrenamiento en Gleason's Gym en Brooklyn, donde está terminando su preparación para encabezar el primer programa de boxeo en el nuevo Yankee Stadium y el primero en cualquier estadio de los Yankees en casi 34 años. "Hay también tenemos un costado piadoso, y es importante encontrar el equilibrio. Podemos hacer cosas que parezcan barbáricas, ¿Sabes? Pero también es un deporte muy inteligente y se necesita fuerza interior para hacerlo bien".
Si piensan que 34 años entre peleas por el título en el Bronx es mucho tiempo, consideren que, según los materiales de promoción para la lucha, se dice que Foreman es el primer Judio Ortodoxo en sostener un título mundial en 75 años, desde Barney Ross. Por lo menos, es un retroceso a los años 20, 30 y 40, cuando boxeadores como Ross, Benny Leonard, Al Bummy Davis, Jackie Kid Berg y dio Abe Attell le dieron a los Judios tanta prominencia en el juego de lucha como el que disfrutaron los irlandeses y los italianos en aquel entonces, y las comunidades hispana y rusa de la actualidad.
"He oído hablar de los grandes campeones judíos, y es un honor ser un campeón del mundo judío", dijo Foreman. "Pero no estoy tratando de llenar sus zapatos, ¿Saben? Pero estamos relacionados de alguna manera".
Ya en los años 40, por más que un boxeador no fuera judío, a veces era un buen negocio fingir que lo era - como hizo el ex campeón de peso pesado Max Baer, que era mitad judío, hasta el punto de tener una estrella de David cosida en la parte delantera de su pantalón de boxeo.
Y no hay duda de que esta pelea, al igual que muchas de las más grandes en la historia del boxeo, llamará mucho la atención a lo largo de las líneas étnicas. Cotto -- de Puerto Rico -- y Foreman -- nacido en Bielorrusia, criado en Israel y actualmente residente de Carroll Gardens -- representan a dos de las bases de fanáticos del boxeo más fieles y ruidosas. El promotor Bob Arum dice que ya se vendieron más de 12.000 entradas, y espera una multitud de 30.000 personas para la noche de la pelea.
"Para las comunidades hispana y judía, este es como su Super Bowl", dijo Arum.
Pero a diferencia de otros campeones del mundo que se han envuelto en el manto de la religión principalmente para vender entradas, la devoción de Foreman a su fe no es un truco de relaciones públicas. Es una forma de vida.
"Afecta todos los aspectos de lo que hace", dijo Joe Grier, entrenador de Foreman. "Es disciplinado y no sabe cómo hacer trampa. Hace que mi trabajo sea tremendamente más fácil".
Eso significa que nadie tiene que agitar Foreman por la mañana para que haga su trabajo, o insistirle para que vaya al gimnasio, o exhortarlo a trabajar más duro una vez que llegue allí. Dijo Foreman: "Si yo no entreno, no me siento bien conmigo mismo".
La religión de Foreman, Grier reconoció, también pueden afectarlo negativamente en su forma de pelear. Un boxeador alto, rápido, y atléticamente móvil que lucha como un diestro -- y judío -- Héctor Camacho, Foreman tiene apenas ocho nocauts incluidos en su registro de 28-0, y ninguno desde el 2006.
Por increíble que parezca, el nombre Yuri en ruso significa George en inglés, aunque el George ruso no tiene nada en común con el George de Texas, el ex campeón de peso pesado que vivió por el golpe de KO. Grier sospecha que, a veces, la piedad de Foreman lo puede coartar de infligir daño real a un adversario.
"Hay veces que tiene a un muchacho en problemas y en realidad no tiende a terminar el trabajo", dijo Grier. "Podría ser algo en el fondo de su mente que le hace hacer eso. Tal vez puede que no esté en su constitución".
A lo que agregó Grier, "Les garantizo que si lastima a Cotto, va a eliminarlo".
Cuando la teoría de Grier fue presentada a Foreman, no se mostró en desacuerdo. "Todavía estoy tratando de averiguar cual es mi naturaleza, ¿Saben?", dijo. "Es un trabajo en progreso".
Al igual que sus estudios del Talmud - lleva tres años de sus estudios para rabino - así como su esfuerzo por convertirse en un nombre familiar en los hogares que no han pensado mucho en el boxeo, probablemente, en cinco décadas.
Por eso, en las horas del día 5 de junio, Yuri Foreman descansará, y reflexionará y leerá su salmo diario, uno que para ese día contiene el siguiente pasaje: "Porque él nunca vacilará, el hombre justo... no tendrá miedo del mal, su corazón está firme y confía en el Señor. Él no tiene miedo".
Leerá ese pasaje una y otra vez, pensará en él, lo absorberá, y lo sabrá para el momento en que la oscuridad se aproxime y sea liberado en el ring de boxeo del Yankee Stadium.
Allí, el León de Sión, una vez más realizará su tarea de todas las noches, que requiere no sólo la aplicación de la mente, sino la colocación rápida y violenta de las manos
ESCRITO Por Wallace Matthews

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